viernes, 19 de abril de 2024

Los taburetes.

 



- Joder!!! Ya me he dado otra vez!!!

Dijo quejándose ostensiblemente...

- Tu y tu manía de ir descalza...

- Pffff no es eso!!!! Es que no cabemos.

- Ya...tenemos que comprar un par de taburetes y tirar las sillas estas. Total para desayunar o cenar a veces nosotros dos.

- Ya...precisamente vi un par en wallapop, que me gustaron muy bien de precio y nuevos. 

- ¿Son muy altos? 

- 60 creo que ponía

- Pues serían ideales, más alto nos quedarían las rodillas por encima de la mesa. 

- Espera que los busco.

Cogió el teléfono,  buscó el anuncio y me lo pasó. Eran dos taburetes de madera, simples con el asiento redodnoy, cuatro patas de 60 cm de alto.

- Pues son ideales estos.

- Dicho, luego llamo y a ver si esta tarde puedo ir a buscarlos. 

- ¿Sóla?

- ¿Y?

- No sé con alguien que no conoces de nada por un anuncio en internet, espérate y vamos los dos.

- Bueno lo llamo y concreto hora.

- Muy bien, ya me dices.

Nos fuimos a trabajar y quedamos en eso. A mediodía me llamó.

- Hola 

- Hola 

- He llamado al del anuncio y he quedado a las tres, así que ya me los llevo para casa que me cae de camino...

- No podías haber quedado más tarde, no me gusta que vayas sóla.

- Que viene María conmigo, no seas paranoico.

- Vale...

- Pues eso, que ya puedes bajar las sillas al trastero.

- A ver a qué hora llego. Un beso.

- Un beso. 

Al final pude salir pronto y mientras esperaba que llegara con los taburetes, bajé la sillas al trastero. 

Acababa de bajar la segunda silla, cuando sonó el interfono, pensé que era ella y abrí sin pregunta. Pero llamaron a la puerta.

- Hola María!!! Pensaba que eras...

- Ya me lo imagino, toma que la loca tenía que recoger esto en mi casa pero iba con prisas hoy.

Me dio una carpeta.

- Ella ya sabe de qué va.

- Pues muchas gracias ¿Quieres un café?

- No que va gracias, que me esperan y malaparcados. Hasta luego 

- Hasta luego guapa.

Algo empezaba a ser muy sospechoso, no tardaría mucho en descubrirlo. Unos diez minutos más tarde sonó de nuevo el interfono y esta vez sí debía ser ella, así que dejé la puerta abierta. La escuché llegar resoplando para variar.

- Anda que ni te acercas a la puerta a ayudar...tu bien cómodo en el sofá.

- Perdona pensaba que venías con María.

- Ya la dejé en su casa...

- ¿Que te gustan?

Me levanté a ver los dos taburetes.

- Ideales 

- Pues ya está ¿Has bajado las sillas?

- Si hace rato ya.

- Pues dejo las cosas, les pasó un trapo y a si sitio. El tío no me ha querido bajar el precio ni un euro.

- Bueno están muy bien por ese precio.

- Ya por eso no he insistido mucho.

Fue a dejar bolso y demás, volvió un trapo de quitar el polvo y se puso a ello. 

- Hala ya están, yo los he subido tú los colocas. 

- Voy, por cierto hace diez minutos María ha estado aquí y ha dejado esto.

Le enseñé la carpeta que me había dejado María y su cara cambió de repente.

- Ufff si que cabeza la mía. 

- Pues sí, aunque ya me explicarás el truco de María para tener el don de la ubicuidad. Me gustaría saber estar en dos sitios a la vez...

- Pffff no empieces.

- Has ido sóla ¿Verdad?

- Siiiii, si ya lo sabes...

- Me dijiste que irías con María

- No seas pesado, que me va a pasar.

- Lo más seguro que nada, pero lo peor no es que hayas ido sóla, es que has vuelto a intentar colármela...

- Porque eres un pesado a ti también te conocí por internet y mira.

- Tienes razon, pero el primer fin de semana de conocerme ya terminaste con el culo rojo ¿O no? 

- Jajajaja pero eso era diferente.

- Todo lo que quieras pero la próxima vez que quieras clavármela, asegúrate que no te pille. 

Sin decir nada más me levanté, la rodeé con el brazo izquierdo de la parte baja de la espalda, trabando con mi pierna  y así de pie le di un par de docenas de azotes. Cuando paré sin soltarla, le dije. 

- Mira por dónde, le acabo de encontrar una nueva utilidad a los taburetes. 

La cogí del brazo y me acerqué un taburete para sentarme. Ya sentado le solté el brazo para cogerle la cintura de los vaqueros con la intención de desabrochárselos, ella intento impedírmelo, un par de cachetes en el muslo. 

- ¿Dónde quiero tus manos cuando te desabrochó los pantalones por una travesura?

Automáticamente puso las manos sobre la cabeza eso sí resoplando y empecé a desabrochar, primero el cinturón y después los vaqueros botón a botón, cuando estuve empecé a tirar de ellos hacía abajo, de un lado y del otro, eran bastante ceñidos así que al mismo bajar arrastraban el tanga con ellos al menos el primer tramo y finalmente un último tirón y hasta las rodillas. Terminarle de bajar el tanga fue más fácil. 

La cogí de la cintura la llevé a mi derecha y sobre mi regazo, con cierto esfuerzo ya que los pies apenas le tocaban en el suelo , y el taburete es más inestable que una silla. Una vez en posición bien sujeta por la cintura y ya podía empezar la fiesta en su culo. 

- Vas a tener que aprender a dármela mejor siempre te pillo y mientras te pille el final va a ser el mismo; el culo rojo y caliente.

Empecé a cumplir lo prometido, alternado cachete y cachete que poco a poco fue congiendo un bonito color rosado. Tuve que parar varias veces porque se escurría, hasta que le dije que se agarrara de uno del travesaño que unía las patas del taburete. En cuento lo hizo aumenté el ritmo de las palmadas y del rosado, pasamos a un precioso culo rojo-mano. Hubiera seguido un rato más, pero era bastante incómodo para los dos un otk usando aquel taburete.

- Baja.

Se bajó y más más ponerse de pie empezó a frotarse...

Sonaron dos palmadas fuertes.

- Esas manos!!!!

Las puso de inmediato sobre la cabeza. Me levanté la cogí de la barbilla y le dije.

- ¿Sabes? ya que estamos con el reciclaje y darle una nueva utilidad a las cosas ¿ Recuerdas aquellas Converse rosas que te compraste y no te has puesto nunca? Tráeme una.

- Pffff que ya me las pondré.

Un par de palmadas más.

- Ahora!!!

Salió del salón caminando con los vaqueros por las rodillas y el culo rojo, mientras cogí un cojín del sofá y lo puse sobre el asiento del taburete, entró con una de las Converse rosas en la mano, me la dio, estaban nuevas nunca habían pisado nada. 

- Colócate en el taburete. 

Rechistando un poco se dio la vuelta, se dobló sobre el taburete, con el estómago apoyado en el cojín, eso le levantaba aún más el culo, las manos agarrando el travesaño de las patas. Entonces cogí la zapatilla, la hice sonar contra mi mano un par de veces y la dejé un momento en su espalda. 

- ¿Sabes? en las escuelas católicas de chicas en Inglaterra, Irlanda o Estados Unidos era muy habitual que el director usara una zapatilla para corregir los malos comportamientos, y he leído que era muy efectiva. Así que he pensado que para tenerlas de adorno en el armario, podría probar y darle una nueva vida. Serán 40, 20 por no hacerme caso y 20 más por mentir. Cuenta.

Al terminar de decirlo sonó un potente "plaffff" si picaba cómo sonaba, aquella noche dormiria boca abajo. Cuando llevaba diez, tenía ya la mitad inferior de las nalgas de un rojo el doble de intenso que el resto. Y la goma flexible y dura de la suela si parecía terriblemente efectiva. Tanto que los últimos 10 se los di, tomándome un buen rato entre azote y azote. 

Al terminar tenía el culo de un rojo, sobre todo la mitad inferior cómo nunca antes había visto, no habían tonos azulados, pero en un rojo muy intenso y brillante y eso quería decir calor y escozor. 

Dejé la zapatilla y le puse la mano en el hombro, se levantó, cogí el taburete y lo puse cara a la pared.

- Ahora siéntate un rato a mirar la pared. 

Se subió despacio y suspirando al poner el peso de su cuerpo apoyado allí donde estaba más rojo. 

Yo cogí el otro taburete y lo llevé a su sitio, en la mesa de la cocina. De vuelta me senté en el sofá a mirarla y divertirme con el extraño baile que tenía encima del taburete. 

Hasta que llamé, se bajó y se acercó, le indiqué, que se cruzará otra vez en mi regazo, ahora mucho más cómoda en el sofá totalmente estirada. Me seguía sorprendiendo el color que le había dejado, al empezar a acariciarle la piel castigada rozándola con mis dedos se tensó. 

- Parece que es eficaz, ya lo sé para la próxima...

- Mañana mismo las pongo a la venta en Wallapop... así que despídete de ellas.

- Tu misma, siempre puedo comprar unas de mi número...

Un par de minutos más tarde, ya estaba relajada y ronroneando como una gatita a mis caricias, suspiros que se transformaron en gemidos cuando mis dedos buscaron entre sus piernas y empezaron a recorrer los pliegues mojados de su sexo y ya no pararon hasta hacer que se corriera encima de mis rodillas, eso aquel día no le puse crema hasta que nos fuimos a la cama, no sé porqué imaginaba que aquel escozor aún estaría vivo tiempo y mientras está vivo, sé que su coño está mojado. 










domingo, 14 de abril de 2024

Astenia primaveral

 




A mitad del mes de Abril, los días empiezan a ser cada vez mas largos, la oscuridad invernal parece un recuerdo lejano y esa luminosidad repentina levanta el animo. Pasas de salir de trabajar a oscuras o prácticamente, a terminar la jornada cuando aun quedan unas horitas de sol. Ademas empieza sobrar abrigo y dan ganas de salir al aire libre.


Había hecho un día precioso, soleado incluso con cierto calor a mediodía, un día de primavera perfecto, no me quedaba mucho para salir de trabajar, cuando la llamé, para proponerle aprovechar aquella tarde preciosa, me apetecía no encerrarme en casa, salir a dar un paseo, para aprovechar ese solecito de tarde y tal vez sentarnos en una terraza después a ver el atardecer y tomar algo.


-Hola guapa ¿en casa ya?


-Hola si, hace un rato.


-Muy bien  ¿y que haces?


-Nada, tirada en el sofá, viendo la tele..¿y tú?


-En nada salgo ya, oye que te parece si cuando llegue, salimos a dar un paseo, hace una tarde preciosa.


-Buffff que va, paso


- ¿Con la tarde que hace, prefieres quedarte hibernando en el sofá?


-Si ¿ pasa algo?


La respuesta seca y cortante me dejó sin reacción.


-Bueno vale, ahora en un rato voy y lo hablamos.


-No hay nada que hablar, pero vamos si quieres hablar no te quedes con las ganas.


-Venga hasta ahora.


Colgué el teléfono, la actitud entre borde y desafiante, me supo a reto y pensé vas a salir o por las buenas o por las malas. Al cabo de un rato salia del trabajo, dirección a casa, aparqué el coche y baje, la tarde era perfecta, el cielo totalmente despejado, no hacia nada de frío, no era necesaria la chaqueta, tampoco hacía ni tan siquiera una ligera brisa, podía escuchar los gritos de los niños jugando en un parque cercano, una tarde perfecta como para pasársela en casa porque la señorita enfurruñada este peleada con el mundo me dije. Tomé aire y subí a casa,  a ver como estaba el panorama. Al entrar solo escuchaba el sonido de tele encendida en el salón, me acerqué hasta allí, ella estaba con la mirada perdida tirada en el sofá y dije con sorna.


-Creo que nunca voy acostumbrarme a semejantes ataques de pasión para recibirme.


Me miró con mirada de perdonarme la vida, aunque se le escapó un media sonrisa y me dijo:


-Ya te tengo muy visto y ya me conoces.


No dije nada, me fui  hacia el sofá, me senté en el filo del asiento a la altura de su cintura, le puse la mano en la cara cariñosamente.


-¿Qué te pasa? te encuentras bien?.


-Si..


-Seguro lleva tres días así, como decirlo para que no me entiendas mal ¿vaga?.


-Pues eso estoy cansada


- ¿Que has  hecho desde has salido?


-Nada.


Entonces miré el reloj.


-Pues llevas dos horas en el sofá tirada..


-Si, ¿Algún problema?


-Que muy cansada no puedes estar


-No me agobies y antes que me lo digas tú, ya te lo digo yo, no pienso moverme de aquí, si quieres salir, tu mismo, yo no te lo impido.


Casi se me escapa la risa al escucharla, pero mantuve el tipo e intente hacer un último intento por las buenas.


-Venga va, si hace una tarde preciosa y así tomas el aire que irá bien.


-No, y ademas voy en pijama.


-Ya me dirás que te cuesta, ponerte unos leggins, una sudadera y las zapatillas, yo también tengo que cambiarme.


-Pues ya sabes te cambias, aprovechas la tarde y me dejas tranquila.


Unas mariposas o mas bien unos erizos empezaban a subirme por el estómagoago y la cabeza se me empezaba a calentar. Respira...me dije.


-Venga va, no seas cabezona, que en el fondo saber que te irá bien.


-Pufffff que pesado eres, déjame en paz joder!!!!!!!


Entonces se levantó de golpe del sofá, y sin mirarme tomo dirección a la puerta del salón.


- ¿Dónde vas?


-A la cama, ya que aquí hay alguien que me está agobiando mucho.


-Ven aquí y no me dejes con la palabra en la boca.


-Paso...


Resoplé fuerte, antes de volver a hablar y le dije.


-Nena ven aquí.


Desde la  habitación me contesto


-Espera sentado


-¿Que has dicho?


-Nada


-Repítelo


-Da igual


- ¿Tengo que ir a buscarte?


-Haz lo que te salga....


Hasta aquí hemos llegado me dije, me levante y me fui para la habitación, entré ella estaba tirada en la cama, había puesto la tele, se me quedó mirando y yo mirándola muy serio le dije.


-Levanta de la cama.


-Joder, que parte de déjame en paz no entiendes


-Y tú de que te levantes de la cama.


En eso momento empecé a desabrocharme el cinturón amenazante. Al verlo se levantó de golpe, eso si sin dejar de quejarse. Yo la miré muy serio sin decir nada y me fui para ella, de un manotazo la trinqué de la muñeca y tiré de ella sin soltarla, hacia el otro lateral de la cama, allí me senté en la cama y eso si sin ninguna resistencia física la tumbé encima de mis rodillas, aunque fue ponerla y empezar a quejarse verbalmente. Que si porque tenía que salir si no le apetecía, que si la provoco se defiende, que era injusto, etc, etc...ni caso una vez puesta en mis rodillas, no hay marcha atrás, así que a pesar de que no dejaba de hablar, empece a azotarla, con la mano, pensando entre mi, cuando lo tengas bien rojo, ya callarás.


Seguí un buen rato, sin parar, hasta que al final, dejó de quejarse, entonces paré, le puse la mano en el culo y le dije.


-Ahora te vistes y  nos vamos a dar el paseo.


-No.


-¿Cómo?


-Que no


Le di un manotazo bien fuerte y le dije.


-Levanta el culo


No se si por la sorpresa, pero lo hizo y me facilitó el bajarle el pantalón del pijama, debajo del cual no llevaba nada...


-Vale vale, que ya me visto.


-No viene de diez minutos ahora.


Sin decir nada mas empecé a azotarla, con el culo desnudo. Después de una tanda corta, estire el brazo para subir el volumen de la tele, porque el escándalo de la azotaina era considerable y a esa hora, ya esta lleno de vecinos. Para a continuación continuar la azotaina con toda la dedicación, y sin mas pausa, viendo como poco a poco, iba subiendo el tono de rojo de su culo, cuando empezó a picarme la  mano paré. Me quedé mirando un rato el precioso culo, con ese bonito color rojo, si a mi me picaba la mano, podía imaginar la sensación de ardor que debía tener, además su suspiro de alivio al parar, también era una pista. Sin poder evitarlo empecé a pasar los dedos de mi mano,  por el contorno de los grandes círculos rojos de sus nalgas, solo rozando muy suavemente haciendo que toda la piel se le erizara, las caricias se detuvieron para separar un poco sus piernas y así tener acceso a otras zonas de su anatomía, como quien no quiere la cosa, mis dedos acabaron allí, entre sus piernas, palpando para encontrar lo que quería encontrar, esa humedad cálida y palpitante de su sexo, irresistible no hacer una vista dentro en esas condiciones y uno de mis dedos no pudo evitar la tentación. Yo me sentía muy excitado, una parte de mi cabeza me pedía masturbarla con fiereza hasta hacerla estremecerse de placer y la otra parte, parar y continuar la azotaina, ella estaba rendida y entregada hacia rato ya, entonces pensé que si seguía se salia con la suya, nos quedábamos en casa y encima tenia premio y eso no podía ser, así que sin pensármelo, saque mis dedos de su sexo, le di un par de palmadas en el culo y le dije.


-Vistete, que al final nos quedamos sin sol.


Ella masculló algo, una queja seguro, aunque no la entendí. Se levanto despacio, se subió el pantalón del pijama, se fue hasta el armario, cogió unos leggins, una camiseta, una sudadera, unos calcetines y un tanga, me levanté, le cogí el tanga y lo deje en el cajón.


-Esto no lo necesitas.


No me dijo nada, se vistió, yo también me puse algo mas cómodo y finalmente salimos a la calle a dar el anhelado paseo. Los primeros metros no me dijo nada, haciéndose lo digna, lo cual me parecía gracioso y mas cuando de vez en cuando, se frotaba las nalgas mientras caminaba. Yo sabia perfectamente que había algo que le picaba mucho mas que el culo, que era que la había dejado a medias, sin el premio, pero todavía había algo que podía picarle mas.


Un ratito después, el ambiente se fue relajando, entre bromas y piques. Antes de volver a casa, nos sentamos en una terraza a tomar algo, un par de cervecitas y algo de picar, mientras disfrutábamos de las vistas del atardecer, hasta que cayó la noche y decidimos volver a casa. Al llegar, decidimos no hacer nada de cenar y entonces me dijo.


-Tenias razón, me ha sentado genial salir esta tarde...


-Vaya, vaya entonces tenia razón...y entonces crees que la nena se ha portado bien esta tarde.


Al decirle eso se puso roja...


-Yo creo que nada bien, que ha sido una caprichosa y borde...y que igual necesita que le refresquen la memoria, de que pasa con las nenas caprichosas y bordes.


Se me quedó mirando ruborizada y sin saber que hacer ni decir. Ya la ayude yo, a decidirse, cogiéndola de la mano y llevándola al salón. Ni se resistió, ni se quejó, cuando la puse en el rincón, al lado de la mesa, le cogí las manos, las puse encima de su cabeza acto seguido, le bajé los leggins a medio muslo, eso si antes de irme, pase mi mano entre sus piernas para comprobar que volvía a estar empapada, si en algún momento desde que salimos lo había dejado de estar.


Yo lo primero que hice fue ir hasta el sofá, y poner un cojín encima del apoyabrazos, después me fui a la habitación a por el pantalón que me había quitado antes de salir, le quité el cinturón y con el de vuelta al comedor, lo deje cuidadosamente doblado encima del cojín del apoyabrazos. Entonces la llamé.


Ella bajó las manos de encima de la cabeza, se dió la vuelta, hizo la intención de subirse los leggins, a lo que yo negué con la cabeza.


-Ya sabes lo que tienes que hacer.


Avanzó hasta mí.


-Dame el cinturón.


Lo cogió y me lo entregó, antes de tumbarse por encima del apoyabrazos del sofá. Dejé que se colocará, entonces puse el cinturón doblado encima de sus nalgas, mientras no terminaba de subirle un poco la sudadera. Entonces cogí el cinturón y le dije.


-Serán 25. Cuéntalos.


Ya con el cinturón empuñado, lo posé suavemente en la piel de sus nalgas, que ya estaba totalmente recuperadas de la azotaina con la mano en la habitación de antes del paseo. Entonces levanté el cinturón y dejando caer el brazo lo crucé en sus nalgas, esperé unos instantes hasta escuchar el.


-Uno...


Volví a posar suavemente el cinturón en su piel desnuda, me concentré en escuchar su respiración, cinco inspiraciones, y un nuevo azote. Repetí el mismo ritual, hasta escuchar el numero diez en su voz. Entonces dejé el cinturón en la parte baja de su espalda, sin decir nada empece a pasar los dedos, por los contornos de las marcas que el filo del cinturón dibujaba en su piel, en el mas absoluto silencio, solo su respiración solapándose con la mia, mientras seguía con esa sesión de caricias a media azotaina, mis dedos eran atraídos magnéticamente a la cara interna de sus muslos, buscando una confirmación. Pero aun quedaban cuantas por saldar, recogí el cinturón y me dispuse a ello. Los diez azotes siguientes, repitieron el ritual anterior, hasta el numero 20. Entonces de nuevo volvieron las caricias, primero las aliviadoras y después las mas descaradas, ahora ya sin restricciones, obscenas y directas. Pero también se detuvieron, todavía no era el momento. Empuñé de nuevo el cinturón, como en las tandas anteriores, lo primero que hice fue apoyarlo suavemente en su piel, pasarlo varias veces y cuando levante el brazo, esta vez, los cinco azotes que faltaban fueron seguidos, sin ninguna pausa, haciendo que se retorciera del escozor al terminar. Entonces dejé el cinturón encima del respaldo, puse mis una de mis manos en sus caderas mientras con la otra, le acaricia la parte baja de la espalda ligeramente húmeda del sudor,poco a poco me fui agachando hasta quedar de cuclillas entre sus piernas, las separé mas, mientras le pasaba el dorso de la mano, por las nalgas magulladas del castigo, el tacto de la piel caliente y algo áspera en las zonas mas afectadas, hizo que pronto sustituyera, las manos por los labios, empece a  cubrirle toda la zona a besos, suaves por todas las nalgas, los muslos....excitándola y excitándome, entonces lleve mis dos manos a sus nalgas, las separé mientras la punta de mi lengua se abría paso entre sus labios desde atrás, empezando a saborear su intimidad, sus respiración que se había calmado con mis caricias empezó a agitarse de nuevo, saboreé todos los rincones de su sexo, antes de abandonarlo, para subir unos pocos centímetros entre sus nalgas, y jugar con mi lengua en su culo, mientras dos de mis dedos entraban y salían de su sexo, cada vez mas rápido, con ese sonido a chapoteo al chocar en cada embite mi mano contra su sexo empapado. Ya no pare de jugar con mi lengua y mis dedos hasta que sus gemidos me confirmaron un orgasmo que había estado latente demasiado tiempo...pare lo justo para desnudarme, levantarme llevar mi polla a su sexo y poseerla desde atrás, con fuerza, como si no hubiera mañana, chocando contra sus nalgas marcadas del cinturón, hasta que ella se volvió a correr y yo explote dentro de ella.


Aun permanecí inmóvil, con mi polla dentro, recuperando un rato, entonces salí de ese fantástico refugio de su cuerpo, ella se levantó, nos abrazamos, de inmediato puse mis dos manos en su culo, caliente muy caliente todavía y le dije.


-Y si nos damos una ducha....


Fin.










miércoles, 10 de abril de 2024

Deberes y placer (E.)

 




No había hecho los deberes. Por pereza o por apatía, pero había perdido el tiempo y llegó la hora de rendirle cuentas y no los tenía.

Esta vez no tenía excusa. Había tenido todo el día para ella, así que solo le quedaba asumir las consecuencias, pero el orgullo a veces es traicionero, y ella, con su carácter, no lo sabía controlar.


A las seis la llamó. Ella estaba en casa, él a punto de salir de la oficina.


- Así que no has hecho los deberes?


- Santi, es que he estado un poco perezosa, pero los hago mañana, ya verás.


- Mañana no. Eran para hoy. Se puede saber qué has hecho todo el día?


- Jo, Santi ... Es que me has dado muy poco tiempo. 


- Poco tiempo? Te llevas quejando una semana de que te vas a aburrir en vacaciones y ahora me dices que no has tenido tiempo?? No cuela...

Ahora te veo, pero te lo digo ya. Después del gimnasio directa a casa. Se han acabado las tonterías.


- He quedado a tomar algo al salir. Mañana es festivo.


- Pues desquedas.


- Santi! No seas así...


- Ya vale. No voy a discutir esto ni un minuto más. Tenías un plazo, has decidido desobedecer y ya sabes las consecuencias. A las nueve en casa. Punto.


- Pues vaya mano izquierda que tienes! Yo no la veo por ninguna parte!!


- Espérame en el rincón. Llego en veinte minutos. - su tono se tornó serio.


- No, Santi...perdona. No te enfades!


- Obedece.


Colgó el teléfono y se fue al colche. Le iba a quitar la mala costumbre de quedar siempre por encima.


Lo que empezó siendo una pataleta tonta había acabado con más problemas para su trasero. 

A las siete y cuarto tenía spinning en el gimnasio, pero a él le daba tiempo de sobra de mandarla calentita...


Llegó a casa y se encontró el silencio absoluto. Al pasar al salón la vió. En la esquina, mirando a la pared con las manos en la espalda.

No dijo nada. Pasó a la habitación a ponerse cómodo.


Volvió unos minutos después y se sentó en el sofá. Continuó en silencio. Ella cada vez estaba más nerviosa.

La estuvo mirando unos cinco minutos. Después decidió hablar.


- Crees que es inteligente ponerse contestona cuando te estoy regañando por desobediente?


Bajó la cabeza, pero no dijo nada 


- Ahora te pones tímida? Cuando te hago una pregunta y tienes que contestar te entra la vergüenza?


Se levantó y se acercó a ella.


- Contesta.


- Lo siento Santi.


- Qué sientes?


- Haberte contestado mal... - parecía un angelito 


- No me gusta nada que seas tan orgullosa. Cuando uno se equivoca lo mínimo es asumirlo. 


- ...- estaba muda.


- Bien. En media hora te tienes que ir y aquí tenemos dos faltas que corregir. Tú eliges. Una ahora y otra al volver o las dos luego. Estoy benevolente hoy.


- Santi...de verdad que lo siento. Fue un impulso, pero no te voy a contestar mal nunca más. Te lo prometo.


- Para eso estoy yo aquí, para asegurarme de que no lo vuelves a hacer. Eliges o elijo yo?


No sabía qué hacer. Sentarse en la bici con el culo rojo no parecía muy agradable, pero el doble castigo después le daba miedo.


- Una ahora...pero no seas muy duro, por favor ,tengo spinning en un rato. - le dijo casi rogando 


- Eso ya lo veré yo. Y reza para que estés mucho rato de pie en la bici. 


Sin moverla del sitio le bajó el pantalón del pijama y las braguitas. 


- Apoya las manos en la pared y saca el culo.


Todavía no le había visto la cara desde que llegó, solo le oía hablar. Le notaba más estricto que otros días. 


Estaba roja como un tomate.  Obedeció enseguida.


Le escuchó quitarse el cinturón. Ese sonido le producía cierto miedo.


- Santi... así no. Sin calentar no, por favor...


- Shhh...silencio. No quiero niñas contestonas. Si te pillo desobedeciendo asumes las consecuencias y no te pones chula. La próxima vez que te vayas a poner tonta acuérdate de hoy. 


Sonó el primer azote con el cinturón. Así en frío dolió más. Una primera franja roja le cruzó las nalgas.

Después vino el segundo, luego el tercero, y así unos cuantos más que le dejaron el culo marcado. 

Intentó aguantar, aunque él tuvo que hacer alguna parada para recolocarla en su sitio.

Tras más de tres docenas paró y llevó su mano a su culo. Estaba caliente y bastante rojo.


Ella respiraba fuerte. Había sido duro. Mantuvo la posición. Manos en la pared y cuerpo arqueado mostrando su culo castigado.


- Prepárate para el gimnasio. Hoy nada de ropa interior debajo de las mallas. Y a las nueve aquí como un clavo o esto te parecerá una tontería.


Se marchó a la habitación con la mirada baja. No se habían cruzado las miradas todavía. Él sí la observó camino de la habitación. 

Había sido duro y directo, pero eso quería. Que volviera del gimnasio suave y sin insolencias.


Se puso las mallas y la camiseta. Preparó su bolsa y salió al salón . Le vio en el sofá leyendo un libro. Estaba muy serio y no levantó la mirada.


- Me voy...


- Bien, a las nueve te veo. No quiero retrasos. - no la miró. 


Ella se sentía rara. No acostumbraba estar tan distante. A veces la castigaba duro, pero siempre había ese toque cercano. Eso la hizo reflexionar de verdad sobre su comportamiento.


La clase de spinning fue una tortura. Cada vez que se sentaba se acordaba del cinturón. Le ardía el trasero y aun quedaba el castigo por desobediente.


Al llegar a casa él estaba en la cocina.preparando la cena. Sin salir le dijo.


- Dúchate mientras termino y pon la mesa.


Le obedeció. Se fue al baño y se desvistió. No pudo evitar mirarse en el espejo. Tenía el culo con las marcas del cinturón. Se tocó alguna con cuidado. Aún dolía.

Tras acabar se fue a la habitación. Él le había dejado encima de la cama un pijama. Pantalón cortito de rayas blancas y rosas y una camiseta blanca de manga larga. Nada más. 

Cogió unas braguitas blancas del cajón y se vistió.

Puso la mesa en el salón y le esperó de pie.


- Vamos a cenar. 


Le vió salir con dos platos. Por primera vez en la tarde la miró. 


Ella se levantó y fue a sentarse.


- Bájate el pantalón.


- Santi...vamos a cenar.


- Lo sé. Haz lo que te digo 


Se bajó el pantalón y lo dejó caer hasta sus tobillos. Debajo las braguitas blancas.


- Qué haces con eso? - le señaló la ropa interior.


- Con qué?


- Te he dejado yo braguitas preparadas?


- No... pensé que


- Quitatelas. - la cortó.


- Pero Santi...


Se acercó a ella. Se agachó y le quitó las braguitas. Las guardó en su bolsillo y le volvió a colocar los pantalones como los tenía. 


- Ahora siéntate y vamos a cenar.


Estaba especialmente asertivo ese día. Muy directo, nada paciente. No dejaba espacio a la queja.


Cenó en silencio. De vez en cuando le miraba tímidamente. Estaba un poco descolocada. 

No tardaron mucho. 


- Has acabado?


- Sí...


- Lávate los dientes y espérame en la habitación.


Se fue directa al baño. Se vió de nuevo en el espejo. 

Terminó su rutina y se dirigió al dormitorio.

Se quedó de pie esperándole.

Escuchó unos pasos acercándose. Esa noche estaba algo nerviosa por su actitud. Se sentía mal por su comportamiento.


Entró y cerró la puerta con parsimonia.  Se sentó en la cama y la llamó.

Se acercó despacio. Cuando estuvo cerca el la cogió de una mano y terminó de colocarla de pie entre sus rodillas. 


- Date la vuelta. 


Se giró dejandole a la vista su culo dolorido. 

Empezó a seguir las franjas con sus dedos. Fue delicado.


- Esto está bastante rojo aún...


Ella se dejaba hacer en silencio.


- Debe de doler, no?


- Sí...


- Y nos queda la otra parte...


La volvió a girar. Ahora sí cara a cara. No le aguantó mucho la mirada. 


Él le agarró un cachete fuerte haciéndola saltar.


- Que sea la última vez que me contestas así. 


- Ahhh!  Santi...duele!


La soltó. 


- Y ese orgullo tuyo mira a lo que te lleva... Ahora qué debo hacer? Te tengo que castigar por desobediente, pero tienes el culo caliente aún de antes. 


Le escuchaba en silencio. 


- Ven aquí. - la colocó sobre sus rodillas. 


Ella se agarró enseguida a un cojín con ambas manos esperando el primer azote. 


Sintió unas palmaditas suaves sobre sus nalgas.


- Dime, crees que suelo ser justo?


- Sí...


- Te he castigado alguna vez sin motivo?


- No...


- Y qué crees que debería hacer ahora?


Eso la descolocó. No le gustaba decidir a ella. En esas situaciones disfrutaba de cederle el control. 


- No lo sé Santi...


- Sí lo sabes. Dime. Debería castigarte?


- Decide tú, por favor ...


- Debería ponerte este culo del revés por desobediente.- la agarró el cachete de nuevo con fuerza -  y mandarte a la cama a dormir, pero tengo otros planes...


Respiró aliviada.


- Vas a hacer los deberes antes de acostarte, y cuando los hayas acabado me lo leerás en alto. Levántate.


Lo hizo. Se quedó a la derecha de sus piernas. Se levantó también y la llevó cogida de un brazo hasta el escritorio del dormitorio.


- Siéntate. Quiero los deberes hechos y con buena letra. 


La dejó ahí escribiendo. Él se echó  en la cama a observarla. Una media hora después acabó.


- Ya está Santi...


- Bien. Ven aquí.


Se incorporó y se sentó como antes. Ella se quedó de pie entre sus piernas. 


- Empieza a leer. 


Con voz tímida empezó a leer el relato. A veces costaba oírla. Él la tenía sujeta por las caderas. 

Estaba completamente expuesta con las braguitas en los tobillos, de modo que podía ir comprobando cómo su sexo cada vez estaba más hinchado y brillante. 

El relato era bastante sexual y acababa con ella de rodillas delante de él agradeciéndole de un modo especial sus cuidados. Y él no pudo evitar excitarse también. 


Cuando terminó sintió vergüenza. Por estar castigada, por sentirse expuesta, por saberse húmeda y por lo sexual del final del relato.


- Y ese final? A qué se debe? 


Le gustaba hacerla hablar. Quería que se soltara. Y sabía que la vergüenza la excitaba. 


- Es lo que me apetece... - dijo cerrando los ojos 


- En el relato o en la realidad?


- En ambas situaciones...- se notaba excitada. No podía mirarle. 


- Mírame.


Ella seguía con los ojos cerrados. 


- Vamos. - tiró un poco de ella hacía él de sus caderas para que obedeciera 


Abrió los ojos y le miró. Deseaba de verdad arrodillarse y darle placer. Sentir su excitación en su boca.


Descendió despacito y llevó sus manos a su bragueta para liberar su polla. La notó dura. La humedeció con su lengua y sus labios, primero poco a poco y luego se la metió entera en la boca. Estuvo un buen rato dedicada a él, le gustaba hacerle disfrutar, pero el quería más. 


La levantó y la tumbó boca abajo sobre la cama. Le separó las piernas y se tumbó encima. Así, desde atrás la penetró. Al sentirle no pudo evitar gemir de placer.  Sentirle dentro era lo que quería. Le había notado toda la tarde frío y necesitaba sentir su piel.


La folló rápido,estaba muy excitado y no tardó en alcanzar el orgasmo. Cuando acabó ella todavía no estaba. La vió llevarse la mano a su sexo y la paró.


- Nos queda un castigo pendiente. Tú eliges. Te dejo acabar y mañana te doy un repaso o te lo perdono y te quedas ahora con las ganas? 


Estaba muy excitada. Sus manos firmes sujetaban las suyas.  Tuvo que decidir .


- Déjame acabar Santi ...


La soltó y terminó en un orgasmo igual de intenso. 


Al día siguiente probablemente se arrepentía, pero ya no había marcha atrás...




sábado, 6 de abril de 2024

La amante del rincón (por EH)

 



Os comparto la traducción de un artículo de EH, que me ha parecido muy interesante y aprovecho para dejar una pregunta en el aire ¿Os gusta el rincón? 


"He leído muchas opiniones negativas respecto al tiempo de esquina, sin embargo, a mi me gusta el tiempo en la esquina. Como comienzo de mi castigo por el espacio mental adecuado y luego por la reflexión. Hay cuatro maneras de acabar en la esquina, a mi modo de ver; ser puesto allí, ser conducido allí, ser enviado allí e ir allí yo misma. Los cuatro tienen su propia dinámica.


Para mi primera vez cara a la pared, fui firmemente colocada allí. En esa situación, sentí un gran alivio que alguien más tuviera el control, ya que yo no sabía qué hacer y estaba muy nerviosa. Me envió directamente al espacio mental de una chica muy traviesa a la que hay que aplicar disciplina a fondo. Por lo general, a una chica así no se le concederá el privilegio de colocarse sobre el regazo o de dejar al descubierto su propio trasero. Si antes no ha sido una buena chica en la esquina, claro. Lo cual debí haber estado igualado en aquel entonces porque pude probar ambos. Si me colocan sobre una rodilla con la otra pierna del Top sobre la mía, hoy en día me siento muy avergonzado porque me enorgullezco de ir obedientemente tanto a la esquina como al regazo y recibir bien mis azotes. Y ser tratado más como un mocosa hace que el castigo tenga más impacto en mí. Pero nuevamente, por primera vez, necesitaba la orientación que me brindaron, por lo que hoy estoy muy agradecida.


Ser conducido a un rincón por la oreja es doloroso y vergonzoso. Por el brazo o la muñeca es más suave y por la mano, bueno, eso nunca me había pasado.


Ser mandada cara a la pared es un privilegio. Se confía en que conoceré el procedimiento y actuaré en consecuencia.


Ir allí yo mismo es una forma de honrarme Asumo la responsabilidad de mis necesidades y de mi comportamiento.


 Mi pareja puede que no esté de humor para azotarme cuando llegue a casa y me encuentre en un rincón. Pero lo hará de todos modos después de mantenerme allí el tiempo que considere necesario antes de llamarme y decirme que me acerque a su regazo. Ésa es su manera de reconocer mi obediencia y lo amo por ello.


Hay varias formas de pararse en la esquina. La foto de arriba muestra nuestro camino. Cuando practicaba el castigo, a veces tenía que ponerme de puntillas, lo cual era realmente agotador. Entonces mi nariz tiene que estar contra la pared, pero hoy en día me dejan algo de espacio. A veces, mantengo mis codos detrás de mi espalda. No tengo que tener las manos en la cabeza, pero sí cuando me llaman para hacer una reverencia y pedir que me azoten. Nunca he estado de rodillas, lo cual sé que es común. Una vez vi una película checa sobre azotes en la que dos colegialas tenían que arrodillarse sobre un bastón en el despacho del director. Ay.


También he visto a chicas traviesas tener que sentarse en una silla dura en un rincón, pero nunca lo intenté.


Practico el yoga desde los 16 años, y eso es lo que hago en la esquina antes de una azotaina entro en un estado de quietud y reflexiono sobre mis acciones y las consecuencias de las mismas. Intento perdonarme a mí misma antes de los azotes, ya que históricamente me ha resultado difícil hacer precisamente eso. 

 Ganarme el perdón de mi pareja es más fácil que ganarme el mío y por eso me preparo mentalmente para ello. Y por los azotes, por supuesto. Me propuse tomarlo bien y aprender de ello. Y eso suele durar.


Después de una azotaina, necesito que me abracen y abracen antes de volver a la esquina. De lo contrario, allí me sentiré desamparada y miserable. Después de eso, me gusta simplemente quedarme ahí, sintiendo mi respiración profunda, los latidos de mi corazón y mi culo ardiendo. Y realmente arde. Especialmente cuando estás parado en la esquina tratando de abstenerte de frotarlo, lo que sólo te otorgará un castigo adicional. En el peor de los casos, volver a dar la vuelta para empezar de nuevo. ¡Entonces podemos hablar de quemar!


En la esquina, el tiempo se detiene y sólo 15 minutos pueden parecer una eternidad. Cuando me he portado mal, o si mi vida es un caos y me han enviado a un rincón para calmarme, o he ido yo misma, suelo ponerme a llorar al cabo de un rato. Entiendo la necesidad de sacarme de allí y consolarme en ese momento, pero por favor guárdalo para más tarde. Necesito mi tiempo para controlarme y recibiré mis azotes mucho mejor cuando termine. Después también lloro, pero normalmente ya estoy llorando por los azotes cuando vuelvo a la esquina.


Por último, pero no menos importante, la esquina suele asociarse con la escuela, y aunque, como niña ,nadie me puso en la esquina entonces, como la colegiala devota que soy ahora, me encanta compensar eso."



martes, 2 de abril de 2024

Madera tropical

 



No empezó muy bien aquel viaje inesperado, al segundo día de estar allí, el grupo enfermó de las típicas molestias gástricas, sólo ella y yo nos habíamos librado. 

Así que se quedaron todos en el hotel, nosotros decidimos salir a dar una vuelta por el centro histórico de la ciudad, no deja de ser asombroso el parecido con muchos centros históricos de aquí al otro lado del charco y cómo se respira herencia en esas callejuelas, plazas, iglesias...

Estuvimos pateando calles, hasta después de comer, cuando el ambiente se volvió irrespirable con ese calor húmedo tan propio de esas latitudes, el hotel estaba en el mismo centro histórico, así que pusimos rumbo a el para refugiarnos del infierno tropical. 

Al llegar se agradecía el frescor del aire acondicionado, ella se descalzó y se estiró en la cama sin quitarse el vestido...

- ¿Me haces compañía?

- Si, pero antes necesito darme una ducha...

Cogí ropa y me metí en el baño, necesitaba esa ducha.

Estuve un largo rato bajo la reparadora ducha, salí vestido sólo con ropa interior, sonaba música en la televisión, cuando me encontré con una escena inesperada.

Ella estaba tumbada en la cama, con las piernas semi dobladas, el vestido levantado por encima de la cintura y la mano metida dentro de las braguitas, los ojos cerrados y jadeando suavemente. Mi voz la despertó del estado casi de éxtasis en el que estaba.

- Se puede saber que estás haciendo!!!!

- Mmmmm haciendo tiempo, tardabas tanto...

Sin decir nada más me fui para ella, la agarré del brazo y la levanté, de pie le di un par de azotes. 

- Creo que después del drama de la maleta, había quedado claro, que estabas castigada...

- Jooooo estamos de viaje!!!! Sólo me apetece jugar un rato contigo...

- Para eso te tienes que comportar cómo una adulta y no es el caso, ya te dije que a la vuelta hablaríamos y que ibas a estar castigada todo el viaje, además ya ayer en la cena me estuviste buscando.

En ese momento me senté en la cama, y la puse en mi regazo, le levanté el vestido y empecé a darle una serie de palmadas rápidas sobre las braguitas.

- Si te digo que estás castigada, sin placer adulto, no estoy bromeando, cuando te comportes cómo una adulta, podremos empezar a valorar si te levanto el castigo y no es el caso, cómo me demostraste ayer en la cena comportandote como una adolescente malcriada y caprichosa. 

En ese momento detuve la lluvia de azotes.

- Levanta...

Se levantó.

- Apaga la tele

- Santi!!!! Están ena habitación de al lado...

- ¿Y? También lo estaban cuando tenías la mano por dentro de las braguitas y gemias...

- Santi....

- Apaga la tele y no lo voy a repetir.

Resopló y cogiendo el mando apagó la tele.

Yo me levanté también, cogí la silla que había en el escritorio, le di la vuelta y me senté. 

- Ven aquí.

Se acercó, ahora ya más dócil y algo ruborizada.

Levántate el vestido.

Suspiró y lo hizo, alargue las dos manos y de un tirón le bajé las braguitas.

- ¿Que les pasa a las niñas sucias que se tocan?

Al escuchar la frase de puso roja como un tomate...

- Responde

- Que las castigas....

- ¿Y que estabas haciendo en la cama?

Más roja aún balbuceó...

- Me estaba tocando....

- Pues entonces ya sabes que tienes que hacer...

Volvió a suspirar, pero resignada se tumbó en mi regazo.

Al colocarse le acaricié las nalgas desnudas un instante, pero las caricias duraron poco y enseguida empezaron a resonar las palmadas piel contra piel.

- Las niñas buenas no sé tocan porque si las pillan terminan con el culo rojo y caliente.

Me aseguré de que así fuera, que la amenaza se plasmara en su piel, durante 10 minutos.

Una vez satisfecho con el resultado la hice levantarse, le terminé de quitar las braguitas y le dije.

- Recuerdas la tienda aquella de artesanía, que hay al final de la calle del Hotel? Pues vas a bajar y vas a comprar una de las cucharas de madera, que tanto miraste antes. 

Se volvió a poner roja....

- Señorita es para hoy...

Suspiró...dijo alguna cosa, pero lo único que consiguió, fueron un par de azotes y un "cómo lo tenga que repetir, voy a por el cinturón"

Al final se calzó y salió del hotel. 15 minutos después estaba de vuelta, con una de aquellas cucharas de madera tropical. 

Yo la esperaba sentado en la silla, cerró la puerta y se acercó con la mirada baja y me alargó la cuchara, la cogí y la hice sonar contra mi mano...

- Creo que será perfecta, además un bonito recuerdo del viaje... así que vamos a probarla...

Volvió a suspirar, cuando le indique que se colocara de nuevo en mi regazo.

Nada más hacerlo le levanté el vestido, dejando al aire su culito que seguía bien rojo. Sin más cogí la cuchara y empecé a jugar con ella por sus muslos y nalgas.

- Vamos a ver si tú culito entiende mejor las "normas" que tú cabeza.

La sujeté de la cintura y empecé a "trabajar" su piel con la cuchara, primero repartiendo bien y después apuntando a la zona de asiento, para que se acordara al sentarse, que les pasa a las niñas traviesas...minutos después empezaba a quejarse y prometer que se portaría bien, pero más vale asegurarse que no son falsas promesas y aún recibió un par de minutos más, a pesar del aire acondicionado estábamos los dos sudando. 

- Levanta...

Se levantó, la cogí del brazo y la llevé hasta la puerta de la habitación. Allí le subí el vestido, le hice pegar la nariz a la puerta con las manos sobre la cabeza y sacar el culo. Cuando lo hizo puse el mango de la cuchara entre sus nalgas y le dije.

- Si se te cae, volverás a mis rodillas.

Fui al mueble bar y me cogí un refresco, sentado en la silla mirando en dirección a la puerta. Así la tuve unos 15 minutos.

Pasados me levanté y le quité la cuchara. Comprobé los efectos del castigo en su piel , hasta que le dije, que apoyará las manos en la puerta y separase las piernas. Lo hizo y comprobé el clima entre sus piernas, era tropical, cálido y húmedo. Entonces le di una docena de palmadas suaves en el sexo desde atrás, mientras le decía.

- Si te vuelvo a pillar haciendo cochinadas estando castigada, además de zurrarte el culo, te zurraré también el coñito...¿Está claro? 

No respondió de hecho las palmadita ahí consiguieron que aún se mojase más.

Pero un castigo es un castigo, así que la cogí del brazo, la llevé al baño, y le di una ducha fría, la enjaboné, la enjuagué, la sequé, le puse las cremas, con especial dedicación en el culito y al terminar fui a su maleta, elegí un vestido largo y fresco y las braguitas mas infantiles de la maleta, yo mismo le puse las braguitas y el vestido. 

Al terminar y mientras yo me volvía a dar una ducha, la hice ponerse de nuevo castigada cara a la pared, con las manos detrás de la espalda sujetando el vestido levantado y las braguitas a medio muslo, mostrando el culo castigado.

Me di la ducha, me vestí, la fui a buscar le subí las braguitas, le dije que fuera a peinarse, pero sin maquillar y bajamos a cenar con el grupo.

Y aquella noche la cena fue cómo la seda, ni se la escuchó a penas. Cómo los del grupo no estaban muy finos, fue terminar de cenar y volver a la habitación.

Allí volvió a mis rodillas, le puse crema otra vez y al terminar la envié a la cama, sin placer.


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